domingo, 8 de diciembre de 2013

Luz y tinieblas



Si Dios es bueno, ¿por qué existe el mal? 

Esta pregunta seguramente nos la hemos hecho todos alguna vez. En la cultura judeocristiana, la concepción de Dios como Creador hace realmente difícil si no imposible hallar una respuesta satisfactoria, pues si Dios es el bien y la perfección supremos, ¿cómo es posible que haya creado el mal? Y aun si no lo hubiese creado, ¿cómo es posible que consienta su permanencia y a menudo su preponderancia sobre el bien? Y es que la concepción judeocristiana de una creación del mundo desde la nada es a todas luces incompleta, ya que de la nada no es posible que surja algo. Para completar esta explicación del origen del mundo habría que decir que Dios ha creado el mundo desde la nada, efectivamente, pero entendiendo esa nada como nada que no sea Él mismo.

En esta cuestión es mucho más completa la concepción del hinduismo, según la cual el mundo es algo emanado de Dios. Ahora bien, habría que decir que no es algo desgajado de Dios, pues su existencia en nada le afecta, sino que es, utilizando el símbolo del sol, al igual que hacen frecuentemente los propios textos hinduistas, como el reflejo de éste sobre la superficie del agua. Ese reflejo, sin duda existe porque existe el sol, y sin él no podría estar, pero su existencia ni merma ni afecta de ningún otro modo al ser del sol. Ciertamente, ese reflejo es semejante al sol que lo produce, pero no es él. De igual forma, el mundo es un reflejo de Dios,  pero no es Dios, porque si lo fuese ya no sería el mundo, sino Dios; y también porque Él no puede duplicarse a Sí mismo, ya que la Unicidad forma parte de su esencia, si acaso puede hablarse así, ya que en cuanto a Él se refiere toda palabra es insuficiente e inexacta.

Continuando con la comparación, del mismo modo que la luz y el calor del sol son más débiles cuanto mayor es la distancia que recorren, así el alejamiento de su fuente, Dios,  hace que el mundo, su manifestación, sea necesariamente imperfecto. De esta forma, la manifestación en cuanto no es Él mismo ha de ser por fuerza imperfecta, ya que la perfección sólo a Él pertenece, pero es necesario notar que hay distintos grados de imperfección, según sea el alejamiento de la fuente primordial ("En la casa de mi Padre hay muchas moradas"). Esto está relacionado con el concepto del castigo divino en la cultura judeocristiana. A este respecto habría que decir que Dios no castiga, sino que son los propios seres quienes se castigan a sí mismos cuando se alejan de Él, ya que al hacerlo se alejan del Bien, de la Justicia, de la Verdad, y en una palabra, de la Perfección, abandonando el Reino de la Luz para acercarse al de la oscuridad. Por esto también es por lo que dice Jesús: "¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino sólo Dios".

Así como los rayos del sol producen sombras al incidir sobre los objetos, así, necesariamente, la Luz que de Él procede produce sombras en la manifestación. De igual modo que el pintor ha de utilizar luces y sombras para crear su obra, así ocurre con el mundo; de tal forma que sería posible eliminar alguna sombra en concreto, pero no todas las sombras, ya que eso sería tanto como poner fin a su existencia. Pero así como el sol no puede dejar de emitir su luz y su calor, así Dios no puede dejar de manifestarse; o al menos podemos decir que no está en su voluntad dejar de hacerlo, ya que a Él ninguna limitación le afecta.

Esta explicación del mundo no es ciertamente completa, pero es para mí mucho más satisfactoria que la que se nos ha dado a los que hemos sido educados en la religión judeocristiana. Ahora bien, no debe olvidarse que aquí el sol es sólo un símbolo que facilita su comprensión, pero nunca hay que confundir el símbolo con lo simbolizado, ya que Dios es mucho más que el sol.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario