sábado, 3 de noviembre de 2018

Sentido y propósito


Solo hay el Ser


cuerpo y mente aquietados

Es el samadhi


Nada de lo que poseo me hará feliz si no tengo paz interior. Puedo tener una vida cómoda y un sinfín de distracciones y placeres a mi alcance, pero nada de esto me dará verdadera felicidad ni podrá protegerme de la enfermedad, la vejez y la muerte. Ni siquiera el poder y la riqueza podrán protegerme. La vida humana es un precioso tesoro difícil de alcanzar, pero si no la utilizo convenientemente seré como quien derrocha una gran fortuna en diversión y placeres. ¿A qué dedicaré mi vida? ¿Qué es lo que le dará sentido? ¿Cuál es su propósito? Si no sé responder a estas preguntas soy como un navegante que navega sin conocer su destino ni el rumbo que sigue.

Hasta donde nuestro conocimiento alcanza, probablemente nadie haya estudiado estas cuestiones con más profundidad ni expuesto unos razonamientos mejor fundados para responderlas que Buda. Y no se limita a responderlas, sino que demuestra con la práctica, la suya propia y la de los muchos que le han seguido, que sus respuestas son correctas y conducen a quien sigue el camino que señala a encontrar lo que busca: el fin del sufrimiento y la felicidad verdadera. 

Las primeras enseñanzas de Buda versan sobre las Cuatro Nobles Verdades. La Primera Noble Verdad es la existencia del sufrimiento; la Segunda Noble Verdad, sus causas; la Tercera, la cesación del sufrimiento y la Cuarta el camino para alcanzar la cesación del sufrimiento. El sufrimiento, que sin duda existe, porque lo experimenta todo ser sintiente, procede de buscar la felicidad donde no se halla. Todo aquello en lo que ordinariamente confiamos para alcanzar la felicidad es impermanente; es decir, efímero, y por tanto no puede proporcionar una felicidad duradera. Y no solo esto, sino que también es insustancial; es decir, carente de existencia propia y dependiente de causas externas para existir. Si apoyo toda mi vida y mi esperanza en cosas efímeras y sin existencia propia, he de saber que en cualquier momento podrá sobrevenir la desaparición de esas cosas y con ella el derrumbamiento de mi esperanza y de lo que consideraba la razón y el fundamento de mi vida. La Tercera Noble Verdad indica que es posible alcanzar la cesación permanente del sufrimiento y la Cuarta que existe un camino para alcanzar esa cesación. 

Este camino es el que Buda llama “Noble Óctuple Sendero”, cuyos ocho pasos son los siguientes: recta opinión, recto propósito, recta palabra, recta conducta, recto sustentamiento, recto esfuerzo, recta atención y recta concentración. ¿Qué es lo que me impulsa a poner toda mi esperanza en cosas efímeras y sin existencia propia? Sin duda la ignorancia. Solo recurriendo a la sabiduría podré hallar aquello en lo que sí es posible confiar para alcanzar el fin del sufrimiento y la felicidad perdurable. De la sabiduría nacen la recta opinión y el recto propósito. La recta opinión es que solo lo que no es mudable puede ofrecer fundamento confiable para sustentar la felicidad perdurable. El recto propósito es alcanzar la cesación del sufrimiento. De la recta opinión y el recto propósito nacen la recta palabra y la recta conducta, que consisten en mantenerse fiel a lo no mudable en el pensar y el hablar y en el actuar. El recto sustentamiento hace referencia a que el medio de vida de quien ha elegido este camino no puede traicionar su fidelidad a la sabiduría. El recto esfuerzo es el de aquel que busca en todo momento mantenerse fiel al Noble Óctuple Sendero.  La recta atención señala que todos nuestros sentidos están dirigidos a mantenernos fieles al Noble Óctuple Sendero y que nos mantenemos alertas en todo momento para corregir cualquier desviación. Por último, la recta concentración significa que no es posible alcanzar la sabiduría recurriendo solo a fuentes externas, sino que es necesaria la contemplación en nuestro interior del Ser Eterno e Inmutable.


Esta es, en esencia y muy condensada, la enseñanza de Buda.


Es una enseñanza que no niega el mundo ni se opone a él, pero le atribuye un sentido,  servir para alcanzar el fin del sufrimiento. De un modo práctico, puede decirse que no es necesario abandonar el mundo y todo lo material, pero que sí es necesario atribuir al mundo y a lo material su verdadero sentido, que es no constituir un fin en sí mismo, sino un medio para crear y mantener condiciones favorables para avanzar en el camino hacia la cesación del sufrimiento. Todo, desde la vida familiar y social, el trabajo, el ocio y hasta mis más íntimos pensamientos, cobra sentido cuando le doy el valor de ser medio para mantenerme en el camino hacia la cesación del sufrimiento. Si, como alguien ha dicho, la espiritualidad es el territorio y las religiones son el mapa que nos guía por él, hay que decir que el mapa trazado por Buda es muy detallado y práctico, basado en la observación y la experiencia y puesto a prueba durante más de veinticinco siglos por millares de peregrinos. También hay que decir que, aunque a primera vista, parezca distanciarse de otros mapas, una mirada atenta no puede dejar de percibir que todos los mapas, todas las religiones, trazan el mismo sendero, aquel que tiene como punto de partida el yo efímero y como meta el Ser Eterno e Inmutable.

Lecturas recomendadas:

Majjhima Nikâya. Los Sermones Medios del Buddha”, Editorial Kairós

"Udâna. La palabra de Buda", Editorial Trotta

Cómo transformar tu vida. Un viaje gozoso”. Gueshe Kelsang Gyatso, Editorial Tharpa.

"Budismo moderno. El camino de la compasión y la sabiduría". Gueshe Kelsang Gyatso, Editorial Tharpa.