viernes, 21 de junio de 2024

La zarza

Cuando miro los años de mi vida, lejos ya de su ecuador, veo que jamás habría podido llegar a donde ahora estoy si esa presencia, que ahora identifico como la de un Dios bueno y bondadoso, no hubiera velado por mí. Como padre y como madre me dejaba hacer hasta donde yo podía, y sin que yo lo notara, me apartaba de los peligros y me ayudaba a levantar de las caídas; restañaba mis heridas y consolaba mi llanto; me daba a veces lo que quería, aun cuando no fuese lo más conveniente, y otras me negaba lo que sin duda me habría sido perjudicial. Ahora que veo la obra casi terminada, los trazos aparecen en su lugar, y lo que antes parecía un conjunto de líneas y colores caóticos, es ahora una imagen casi nítida. Con paciente suavidad me ha ido conduciendo a donde él quería y convenía. Y aun ahora, lejos todavía, me hace señas, como diciendo "Por aquí, por aquí, este es el camino que te trae de vuelta a casa". Siento que incluso antes de yo nacer, ya velaba él por mí y allanaba el camino que habría de recorrer. Lo que puedo ver y recordar de mi vida no es más que una pequeñísima parte. Cuando medito en la vida de Jesús y de María, cuando contemplo el largo camino recorrido por el pueblo elegido, veo que todo esto forma parte también de mi vida, que no hubiera podido ser la misma sin ello. La zarza ardiente en lo alto del monte Horeb me parece imagen que prefigura a Jesús, llama de amor inextinguible en medio del dolor del mundo. La belleza de la Piedad de Miguel Ángel, nos presenta a una Virgen Niña, que sostiene sobre su regazo el cuerpo inerte de Jesús, muerto por mí, muerto por cada uno, para que yo viva, para que todos vivan. Es como si el artista hubiese querido plasmar la visión de Dios, no constreñida por el tiempo, juntando ambos acontecimientos, la concepción virginal y el sacrificio del cordero en un solo instante. Todo esto forma parte de mi vida, todo esto la ha conformado y hecho como es; aunque yo quisiera, no podría negarlo. "Porque tú formaste mis entrañas, tú me tejiste en el seno de mi madre." (Salmo 139).

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