miércoles, 8 de enero de 2025

Matar al sol

Quién no se ha extasiado al contemplar un amanecer o una puesta de sol. Quién no ha quedado maravillado de ver tantas tonalidades, luces y sombras y el color dorado que toman las cosas acariciadas por el sol en esos momentos. El despuntar del día y su ocaso son momentos muy especiales para contemplar, para parar un momento y dejarse inundar y asombrar por la maravilla de la creación. El sol no es la divinidad, como algunas culturas han creído, pero sí es un símbolo de ella. El sol y la lluvia, cuyo ciclo no sería posible sin el primero, dan vida a todo. Hasta el misterio de la Trinidad parece encontrarse simbolizado en el sol, en el cual hay luz, hay calor, y hay también el efecto que estos dos producen en la Tierra. ¿Quién querría matar al sol? Sin él toda vida desaparecería sobre la Tierra. ¿Quién negaría su existencia y su centralidad? En cambio, Aquel del cual es símbolo el sol, cuántas veces es negado e ignorado y con ello, de nuevo matado.

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