domingo, 8 de junio de 2025

¿Qué libro leo?


Recuerdo que siendo adolescente leí la obra de Hemingway , “El viejo y el mar”. Me impactó mucho, tanto que durante mucho tiempo la consideré mi obra literaria favorita. Aun siendo muy joven cuando la leí, intuí que era una evocadora alegoría de la vida humana. El esfuerzo largo y continuado del hombre por lograr aquello que desea y la inexorable fatalidad del mundo que poco a poco le va despojando de todo hasta dejarle sin nada. Es un libro lleno de simbolismos, todos presentados con ese lenguaje conciso y directo, tan personal en el estilo de Hemingway:


Era un viejo que pescaba solo en un bote en el Gulf Stream…”


El viejo llevaba mucho tiempo “salao”, es decir, saliendo a la mar, pero sin coger nada que mereciera la pena. Aquel día tuvo la gran suerte de enganchar un gran pez, tan grande que no le era posible meterlo en el bote, pues “era dos pies más largo”. Entonces se resignó a dejarse remolcar por él mientras el gran animal luchaba por su vida. Muerto el pez, en el trayecto de vuelta los tiburones van devorando la presa a pesar de todos los esfuerzos del viejo por ahuyentarlos. Así, cuando por fin llega a puerto solo queda el esqueleto del pez como testigo de la larga lucha. Es la vida misma cuando, solos en el bote, por mucho que hayamos conseguido, todo lo vamos perdiendo por el camino. Y lo que no se haya perdido tendremos que dejarlo al morir.

¡Qué diferente de esa otra pesca, la de los evangelios! Allí los apóstoles, guiados por Jesús arrojan las redes y las sacan llenas de peces a reventar (Jn 21, 1-11). Hay también aquí una alegoría de la vida cuando no está centrada en los bienes del mundo, sino en los del espíritu. Esos que no pueden sernos arrebatados, pues es el mismo Jesús, el mismo espíritu, quien los da. Cuando son estos bienes los que buscamos sobre todos los demás no tenemos miedo a que nos sean arrebatados. Ni siquiera la muerte puede quitárnoslos, pues Jesús ha vencido a la muerte.

Pues bien, estos son los dos libros que podemos leer en el tiempo que se nos da. Si leemos el primero el cansancio y el desaliento acaban dominando nuestra vida, exactamente igual a como le ocurre al viejo de la historia. En cambio, si leemos el segundo podemos decir y sentir como el apóstol, cuando dice “Todo lo puedo en aquel que me conforta” (Filipenses 4:13). Así pues, podemos tomar muchas decisiones, algunas acertadas, otras no, pero la realmente importante es esta: 


¿Qué libro estoy leyendo?


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